domingo, 24 de octubre de 2010

Luís Cardoza y Aragon






Escritor Guatemalteco quien nació en Antigua Guatemala en 1901, fue un importante ensayista y poeta guatemalteco, afincado, por razones de exilio político, murió en el año de 1,992 en México.

Era un personaje conocedor del mundo ya que le gustaba viajar y parte de su juventud la pasó París.  Asimiló con toda su fuerza el movimiento surrealista, del que tomó las actitudes de ruptura estética y política, que luego conciliaría con una sensibilidad barroca de tipo americano y tropical,  la pintura de los muralistas 

El carácter de Luis Cardoza y Aragón explícitamente se puede ver que era pacifico, astuto, un tanto burlón, Luis era muy galante con las mujeres, besador, declarativo, finísimo siempre. El juego era muy inocente: en medio de una comida si estabas a su lado, te tocaba levemente la pierna con su rodilla, o, al despedirte, rozaba tus labios con los suyos, en medio de la gente, desafiando el peligro. Quien se hacia acreedora de esos amores tan ingenuos como furtivos, podía llegar a creerse elegida por el gran poeta y forjarse alguna ilusión, pero si lograba comentarlo con alguna otra amiga del entorno terminaba por descubrir que nunca sería exclusiva, que otras recibían las mismas promesas, nunca proferidas, sólo insinuadas, y que esos gestos eran algo así como señalamientos vitales, resonancias de un largo poema que no dejaba de escribirse y cuya destinataria principal y única era Lya.

Era amante de las relaciones internacionales ya que fue nombrado como el embajador de Noruega, Suecia y Francia,posteriormente de Colombia y Chile, el funda el movimiento por la paz y la casa de la cultura. Se podía observar a Luis Cardoza, como una persona bondadosa, estudia dos años de medicina con el fin de servir a las demás persona.   
A continuación un poema que describre como vivia Luís Cardoza y Aragón 

Poema Luna Park

Poema Instantánea Del Siglo Xx de Luis Cardoza Y Aragón


A Francis de Miomandre
En un Luna Park
El creador filma la Vida,
Y sobre ese panorama,
Están tendidos todos nuestros nervios:
Estrépito sin descanso,
Hombres y mujeres en las fábricas
Al lado del músculo obediente
Fiel
Y sonoro de la máquina,
Fauna del HOMBRE.
Ferrocarriles
, aeroplanos, barcos,
Vías subterráneas,
Arterias
de la vida del mundo
En donde somos:
Glóbulos blancos,
Glóbulos rojos,
Bacterias…
Vida febril,
Mecánica
,
Ásperamente práctica;
Agonía de los últimos románticos
-Siempre habrá los últimos-
Belleza del espasmo.
Vértigos de montañas rusas.
Las horas muertas no tienen minutos.
Epilepsias del jazz band.
Emoción.
Un alta marea,
La energía del mundo.
De fiebre brillan los ojos de las mujeres.
Los corazones golpean los pechos de los machos.
Y hay un grito que se angustia
En la garganta de todos:
¡Vivir! ¡vivir! ¡vivir!
Siglo neurasténico.
Todos somos un poco enfermos:
El hombre: un convaleciente,
Un convaleciente de la vida.
Espiritualidad de la materia:
Parecen nuestros cuerpos
Proyección de nuestras sombras.
Asomada el alma
Al espectáculo del mundo,
Ha sentido en su fiebre mi fiebre,
Y he oído el profundo
Latido de su corazón,
Como si fuese a estallar.
El prisma intelectual del siglo XX
Ya no más descompone
En los siente colores,
La luz de la moderna
Espiritualidad.
Intermitencia de lágrimas y risas.
Tragedia.
Sainete.
Farsa.
¡Aún no está seguro
De su papel,
El mundo!
A veces llora
por reír;
A veces ríe
Por llorar.
Luna Park.
Velocidad.
Visiones del África Ecuatorial
Con la aurora boreal.
En la mañana de hoy
Estaba en Shangai.
Ayer dormí en New York
¿Cenaré en París?
Babélica conflagración
De lenguas y de razas.
Tierra, Arca de Noé constante,
Esponja empapada de sangre y de sudor de hombres;
Bosques de chimeneas fumando,
Cirios de colosos
Que se acaban de apagar;
Ciudades que no duermen,
Ennegrecidas de carbón de piedra
Y olorosas a petróleo,
Sangre de la Tierra;
Nerviosidad de clepsidras,
Pavor del minuto
Muerto sin vivirlo.
¡Pavor, pavor, pavor!
¡Alegría del minuto deleitado,
Tal un gajo del fruto de la vida!



Su ideología era de izquierda, ya que sentía  gran admiración por la revolución de México y cuando regresa a Guatemala en 1944 regresa a trabajar con el movimiento revolucionario los cuales derrocaron a Jorge Ubico de la presidencia. 

Una de las formas en que a Luís Cardoza prefería escribir era en su soledad porque así podía sentir la necesidad de exclamar cada cosa que le acongojaba, pese a que parte de su vida significo persecución, represión y exilio, esto no le impidió darle forma a sus letras que precisamente era la voz del pensamiento de Luis Cardoza, sus sentimientos y el amor con que veía a su patria a pesar que fue exiliado, hace que se destaque en el mundo literario.
Sirva se leer un fragmento de  "Dije lo que he vivido" . por Luís Cardoza y Aragón


sollozándome recuerdos. Y no siempre he necesitado comprenderlo porque me ha bastado con amarlo. Y digo mis condiciones para decir que llevaba muchos años fuera de mi tierra y que su recuerdo en mi entraña vivía, ni más ni menos, como me imagino que vive en todos, o viviría en aquellos que tuvieren la felicidad indecible de ese retorno.
Aquí está algo de mi niñez y de la transposición de mi nostalgia: rasgos de la imagen de cómo yo desearía que fuera mi tierra. Están las nubes, los olores, las piedras, los sueños, las luchas, los pájaros, las esperanzas, los sabores, las congojas, los ruidos guatemaltecos. Y una realidad seca y ardiente que he podido captar, porque al reencontrarla, al redescubrirla, me ha golpeado al volver a vivirla. La esclavitud indígena ha disuelto su amargura, su resentimiento y su dolor, en todos los seres y en todas las cosas. Se halla en el aire y en el fuego, en el agua y en la tierra. En la palabra y en el silencio. En la fiesta y en el funeral. Por todas partes está pesadamente, como ubicuo fantasma de piedra . Mis compatriotas, sin la lente de tal experiencia, acaso juzgarán inexactas o exageradas algunas de mis impresiones. El ambiente, para ellos ininterrumpido y consuetudinario, no les muestra los mismos tenebrosos o vibrantes relieves y matices. Están, en cierto modo, invalidados para advertir algunos pormenores y para asirlos con la precisión virgen que sin proponérmelo, incluso por las violentas agitaciones sociales, forzosamente, me ha deparado la realidad en los diez años últimos. No señalo virtud personal alguna sino, simple y sencillamente, una circunstancia, un hecho.
Tallé las cuentas poco a poco, desde el mito hasta la reforma agraria. Como la araña, forjé el hilo de mí para ordenarlas en collar. Si resultó el collar, anhelo que sea como ésos de macacos, cristales y piedrecitas de colores que adornan a las indias: un chachal para el cuello de mi amada Antigua.


4 de septiembre Luis le había pedido a su cocinera que le cocinara albóndigas con salsa, había comido bien, que por la noche tomó sus medicinas, cenó liviano, “Contigo pan y cebolla”, frase de unión al pie de la cama de Luís Cardoza, tal vez esperando su caldo, su vaso de leche, la última noticia de la calle, como siempre solia hacerlo. Todo esto antes de su muerte.
También le gustaba el futbol pero las adversidades de su destino no le permitieron practicarlo, encontes el esperaba que algún dia sus hijos lo hicieran.
 

miércoles, 6 de octubre de 2010

Enrique Gómez Carrillo

Enrique Gómez Carrillo (1873-1927), escritor y periodista guatemalteco, es considerado discípulo de Rubén Darío. Nacido en la ciudad de Guatemala, fue autodidacto y, desde muy joven, en 1888, se dedicó al periodismo.

En 1890 se trasladó a París, dando comienzo a una serie de viajes por distintos países de Europa, Asia y América, casi siempre en calidad de corresponsal. Vivió en distintas capitales europeas, sobre todo en Madrid (donde dirigió el periódico El Liberal entre 1916 y 1917) y París. De sus tres matrimonios se recuerda el que mantuvo con la famosa cupletista española, Raquel Meller.
La mayor parte de su obra se encuentra bajo la influencia del modernismo, por su gusto de viajero y cronista de lugares exóticos y sus narraciones de amores aventureros, de ambiente bohemio y erotismo enfermizo. Mereció prólogos de importantes escritores como José Maria Eça de Queirós y Benito Pérez Galdós.



Entre su narrativa destacan Tres novelas inmorales (1919) y El evangelio del amor (1922), su texto más elogiado. De sus numerosos volúmenes de crónicas e impresiones de viaje se recuerdan El alma encantadora de París (1903), El Japón heroico y galante (1912), Jerusalén y Tierra Santa (1912), La sonrisa de la esfinge (1913), El encanto de Buenos Aires (1914) y Campos de batalla y campos de ruinas (1915). Por la calidad literaria de sus crónicas, se le ha denominado “el Príncipe de los cronistas”.

Se le debe asimismo un volumen de crítica literaria, El modernismo (1905), y unas memorias agrupadas en El despertar del alma, En plena bohemia y La miseria de Madrid. Murió en París, Francia. Justamente ayer cumplió 70 años de haber muerto, por lo que se le rinde un homenaje en estas páginas.


Aportes a la Literatura
PARÍS, EL CENTRO DEL MUNDO
 
En la época en que viajó a París (1890), esta ciudad era considerada “el centro mundial de las artes y de la ciencia”. Un año antes, había comenzado la Feria Mundial, de la cual, queda como testimonio la construcción de la Torre Eiffel. Literariamente, París y Europa todavía estaban asombradas por el realismo de Balzac y de Flaubert, mientras veían cómo evolucionaba la literatura con las novelas de Zola. En la poesía, ésta se había conmocionado con las publicaciones de los poetas malditos: Baudelaire, Rimbaud y Lautréamont. Gracias a estos narradores y poetas, París se constituia como la “ciudad luz” para las artes y la literatura específicamente.

Es natural que un joven como Gómez Carrillo se haya impresionado por esta ‘luz’, y haya querido estar presente. Científicamente, París también era el centro de exhibición de los inventos de la humanidad. Fue precisamente en la Feria Mundial de París (1889-1890), en donde fueron presentados grandes aportes, como: el gramófono, la cinematografía, el telégrafo inalámbrico. En resumen, 1890 fue un año cumbre para la humanidad, ya que en la Feria Mundial de París se unieron las nuevas tendencias de la literatura y el arte, y los nuevos aportes científicos.



El realismo despertaba admiración, el naturalismo de Zola sacudía al lector y el ciudadano común imaginaba mundos mejores con los aportes científicos. Era el año de la belle époque, y París era su morada. Sin embargo, estas mismas circunstancias unidas provocaron un cambio en la forma de percibir el mundo.



Se ha denominado que esta época sufrió la crisis de la representación: “Algunos historiadores del arte sostienen, y hasta cierto punto con razón, que la invención de la fotografía terminó con la autoridad de la pintura para reproducir la realidad. Pintar retratos de la “realidad” se volvió obsoleto. La innovación tecnológica en la infraestructura dejó atrás las tradiciones superestructurales de las artes visuales.



La producción en masa (fotografía) reemplazó a la originalidad manual (arte). La crisis es más profunda que lo sugerido por este crudo pero efectivo escenario. La misma doctrina del realismo se acercaba a su fin. El realismo depende de una teoría del conocimiento como espejo, es decir que la mente refleja la realidad. Los objetos que existen fuera de la mente pueden ser representados (reproducidos por un concepto o una obra de arte) en forma adecuada, precisa y verdadera.” (1, 13) Asimismo, se puede decir que todo el arte en general entró en una crisis de representación, debido a que sus posturas realistas entraron en crisis.



En literatura, la invención de la cinematografía tiraba a la basura las propuestas del realismo y el naturalismo: había otro método con el cual se podía describir mejor la realidad. Sin embargo, se debe aclarar que esto no surgió precisamente hasta 1890. Algunos artistas, especialmente plásticos, lo habían intuido, debido talvez a que la crisis de la representación realista en la pintura se había visto desplazada desde mucho antes por la fotografía. Pintores como Velázquez y Goya, jugaron con distintas imágenes para desaparecer el efecto de la realidad que otorgaba la pintura. Por ejemplo, Velázquez utilizaba varias escenas superpuestas en una pintura, que le dan un efecto como si el espectador observase una ‘escena teatral viva’.



Y Goya que deformó la realidad, dándole tintes grotescos, que, a la vez, acercó más a la realidad, pero de una forma que la fotografía jamás llegará a captarla. Más cercano a París en 1890, los impresionistas, cansados del excesivo realismo y las alusiones del arte clásico, se plantearon un tipo de arte en que la obra pictórica jugara con la luz, la posición e, incluso, la interpretación del espectador. A pesar de que en su tiempo no fue reconocido, Paul Cézanne fue el pintor que, influido por la estética impresionista, más teorizó sobre los nuevos modelos de representación de la realidad: “Paul Cézanne no desechó el realismo, pero lo revisó para incluir la incertidumbre en nuestra percepción de las cosas.



La representación debía dar cuenta del efecto de las cosas. La representación debía dar cuenta del efecto de interacción entre el hecho de ver y el objeto, las variaciones de punto de vista y las posibilidades de duda sobre lo que uno ve. [...] Cézanne tomó una nueva dirección revolucionaria: no pinta la realidad sino el efecto de percibirla.” (1, 14) Es así como el arte pictórico encuentra una salida a la crisis de la representación realista. El punto culminante de esta salida se ubica con las obras de Picasso, quien ofrece al espectador una estética que no puede ofrecer las representaciones realistas que ofrecía la fotografía: “A pesar del teléfono, el telégrafo y otras novedades tecnológicas semejantes, una fotografía [...] la muestra muy lejos de la “modernidad”.



Nada nos prepara -mejor dicho a la buena gente de 1907- para la primera pintura verdaderamente modernista: Las señoritas de Avignon de Picasso, 1907. Las deformidades angulares y las miradas fijas de las máscaras africanas pintan prostitutas, expresando en parte el pánico de Picasso a la sífilis. Pero lo más importante, proclaman un nuevo modelo antirrepresentacional de la (de) FORMA (ción).” (1, 12) De la misma forma, la literatura, que también sufría una crisis de representación, encontró nuevas formas en el simbolismo de Baudelaire y Rimbaud, y la poesía de Lautréamont. Y de ahí, tendencias que confluyeron en las técnicas narrativas de Kafka, Proust, Joyce, el teatro grotesco de Alfred Jarry y las vanguardias poéticas. ¿Será éste el caso de Enrique Gómez Carrillo? Aunque al autor guatemalteco se le ha ubicado afín al modernismo, principalmente la obra de Gómez Carrillo se basó en el escape de la crisis de la representación del realismo.



Es así como su narrativa, crónica y crítica literaria, ofrecen no una visión realista sino más bien la representación de la impresión del autor de la realidad. Según la doctora Lucrecia Méndez de Penedo, la sociedad parisiense influyó en la actividad literaria del autor guatemalteco: “La “belle époque” proyectaba sus últimos resplandores sobre un mundo caduco que terminaría derrumbándose en la Primera Guerra Mundial.



Las ideas vigentes señalaban dimensiones anarquizantes y nihilistas. Esto inducía una actitud vital subjetivista de tipo fenomenológico, que precisamente afloraría en la mayoría de textos de Gómez Carrillo.” (2, II) Básicamente, se puede identificar en la obra de Gómez Carrillo que la visión impresionista se forma por la presencia de un referente real, que se contrapone con un referente imaginario e ideal. El referente real choca con el imaginario, ya que aquél está en decadencia, la consabida decadencia finisecular, y provoca en Gómez Carrillo una sensación de intentar rescatar la belleza de esta decadencia. Obsérvese la presencia de estos dos tipos de referentes en las siguientes muestras de la obra del autor. Se observa en la narrativa, talvez la más difícil de observar este rasgo, la visión impresionista del autor. Por ejemplo, en “El triunfo de Salomé”, publicado en Tristes idilios en Barcelona, 1900.



En este cuento, Marta era una excelente bailarina, pero aquejada por una enfermedad que le afectaba. Su hermano, Luciano, era quien diseñaba sus coreografías y la música que bailara. Marta comentó a su hermano que había creado una danza, “El triunfo de Salomé”, y le pedía ayuda para pulirla. Luciano le ayuda, pero una semana antes del estreno, Marta enferma de gravedad. El día del estreno llega con la bailarina aún en cama. Ella, consciente de su obligación como artista, se levanta de la cama y baila la danza en su cuarto, y muere.



En primer lugar, Gómez Carrillo ofrece descripciones impresionistas de la realidad. Por ejemplo, la de Marta: “Una bailarina antigua surgió del fondo de las decoraciones, blanca como una estatua en la transparencia de tenues y vaporosas grasas. Era una mujer de veinte años, alta, delgada, casi incorpórea, que bailaba, con ritmo lento y ademanes hieráticos, una danza sagrada de Alejandría o de Bizancio. Su cabellera rubia surgía de entre las flores azules de una guirnalda, cayendo en pálidas ondas de luz sobre el pálido alabastro de los hombros. Sus labios, ensangrentados de carmín, sonreían dulcemente, dejando ver las líneas impecables de dientes.



Tres largos collares de piedras multicolores, de amuletos de ámbar y de falos de bronce, envolvían su torso, marcando la delicada ondulación del pecho. … El cuerpo frágil palpitaba entre los velos policromos, mientras los brazos, cruzados detrás de la nuca, permanecían inmóviles… Las figuras cadenciosas de la danza desarrollábanse, en la uniformidad monótona del mismo “paso”, con sacudimientos de Resurrección, al compás de flautas lejanas.” O la descripción de la danza creada por Marta: “Cuando al día siguiente Luciano se enteró de la obra de su hermana, no pudo menos de admirarse. Era un laberinto caótico de notas fantásticamente descabelladas, cuyo conjunto no obstante, contenía una conmovedora armonía llena de gracia y de incoherencia.



Más que una composición, en el sentido artístico de la palabra, era un fárrago de sonidos, una masa inextricable, un follaje enrevesado, algo como una selva virgen en la cual el aura de las mañanas serenas y el rudo viento de las noches invernales, produjeran, a veces, cadencias divinamente salvajes. En cuanto a los referentes, real e imaginario, este cuento remite a la danza de Salomé en la corte del rey Herodes para pedir la cabeza de Juan el Bautista. El referente real se constituye por Marta y su danza, y el imaginario, Salomé. Dentro del cuento de Gómez Carrillo, se hace alusión a este último: -Bailé -murmuraba la hija de Herodiada al oído de la artista dormida- bailé largamente… así… muy largamente. Mi cuerpo dorado y ágil plegóse como un junco ante Herodes; luego se enderezó con un movimiento de serpiente; y en cadencia, sacudiendo los collares de mi seno, los brazaletes de mis tobillos, las joyas de mi cintura, todo mi ser se estremeció… Mis caderas se estremecieron.



El estremecimiento simétrico de mis piernas infantiles y perversas, hacían vacilar la voluntad del hombre envejecido… Bailé… muy largamente…” Incluso, uno de los personajes espectadores del cuento logró identificar el referente real con el imaginario: “Sobre la chimenea, en un zócalo de pesados tapices orientales, destacábase un busto de Donatello, cuya cabeza virginal de adolescente enigmática, constituía para Luciano, la suprema perfección de la gracia femenina. -Así debe de haber sido Salomé -decía el músico.” La intención de Marta era similar a la de Salomé; ésta pedía la cabeza de un solo hombre, mientras Marta: “-Bailaré de tal modo, que los espectadores me ofrecerán sus cabezas.” Hasta el momento, estas referencias no son más que simples alusiones entre los dos referentes. Pero la intención de Gómez Carrillo da para más. No es solamente enlazar en un cuento a Marta y Salomé. La sociedad finisecular de Gómez Carrillo, el fin de la “belle époque” se relaciona directamente al ambiente que se podría inferir que se percibía en la corte del rey Herodes.



En ésta, se recordará, que Juan el Bautista denunciaba las faltas a la inmoralidad de la corte del Rey: la infidelidad, el incesto, la gula, la borrachera, en fin, el pecado. Según el cuento, la sociedad madrileña (porque el cuento se desarrolla en Madrid) también era el producto de un tiempo de pecado:

“Así como Clarisa al estudiar las canciones cristalinas de Ofelia modulaba la sonoridad de su voz al murmullo de las fuentes, Marta hacía todo lo posible por saturarse de la leyenda de la princesa lejana, repitiéndose sin cesar las divinas estrofas de Mallarmé, los diálogos complicados de Óscar Wilde, las pomposas cláusulas de Flaubert, las pesadas descripciones de Huysmans, las prosas irónicas de Laforge, los cuentos visionarios de Lorrain, todo lo que las musas decadentes han producido, en fin, durante las postrimerías de nuestro siglo positivista, para completar la apoteosis del Pecado.” Por otro lado, la producción de Gómez Carrillo también incluyó la crítica literaria. Ésta, lejos de ser objetiva y crítica (propiamente dicha), es subjetiva y se ha clasificado dentro de la crítica impresionista, es decir, expresar el sentimiento que la obra de arte produce en la persona. Al igual que su narrativa, en su crítica existe obviamente un referente real que es la obra literaria de un autor.



Y el referente imaginario es la impresión que provocó en él la lectura. Por ejemplo, en la crítica que hace de la obra de Walt Whitman, publicada en 1920 en Primeros estudios cosmopolitas, se observa que los criterios que utiliza para valorar la obra son subjetivos: “Su estilo, rápido, violento y grandioso, tiene sonoridades apocalípticas. Sus imágenes hacen pensar en aquella llama de los griegos, que tenían el don de fundir todos los objetos visibles para convertirlos en símbolos perdurables. Él sabe, como Ezequiel, quedarse en el huerto de los espinos contemplando al ser cuádruple compuesto de hombre, de buey, de león y de águila, que es el Verbo Humano. Él ríe con la risa de Baco, y se confunde, lo mismo que Pan, con la madre Naturaleza. Su musa tiene cuerpo de bacante y voz de profeta.” Sus referentes de comparación también son subjetivos.



Por ejemplo: “Entre Walt Whitman y Edgar Poe hay tres mil años de distancia. Poe es el hijo de la inquietud; Whitman es el profeta de la fuerza.” Se observa que la aseveración “tres mil años de distancia”, no es objetiva, ya que Edgar Allan Poe (1809-1849) y Walt Whitman (1819-1892) no diferían mucho de la época. En este caso, el referente real, la edad de los dos poetas, se disuelve para dar paso al referente imaginario, la calidad de los poetas según Gómez Carrillo. Sin embargo, esta comparación únicamente es válida desde el punto de vista del crítico, desde su impresión, ya que Poe no puede ser comparado con Whitman, ni mucho menos restarle su valor. Gómez Carrillo en sus críticas literarias cometía excesos en la apreciación que no son aceptables dentro de la crítica literaria moderna. En otro texto, “Primeras lecturas”, publicada en El despertar del alma (1918) escribió: “Un día mi padre me preguntó: - ¿Has leído el Quijote? - No -le contesté. - Pues… hijo mío, te has perdido el más preciado de los deleites, la más extraordinaria de las enseñanzas.



Todo está en el Quijote. Yo lo leo, por lo menos, una vez al año… [...] Pero, a riesgo de indignar a mi fraternal amigo el manchego Tomás Romero, que por su amor de Cervantes hasta algo de Quijote tiene, declaro, en toda sinceridad, que nunca me he dado una cuenta muy exacta de lo que constituye la grandeza sin par de la inmortal novela castellana.” Un juicio como éste significaría un suicidio intelectual para un crítico contemporáneo. Sin embargo, para Gómez Carrillo era válido, ya que era más importante la impresión que la objetividad. Volviendo a la crítica de Whitman, sirvan de ejemplos estos dos criterios para dar cuenta de la subjetividad de la crítica del autor guatemalteco: “Yo, por mi parte, sólo veo en ella la conclusión lógica de una filosofía primitiva que considera al Mundo como un mecanismo incapaz de funcionar no teniendo sus fuerzas cabales.



Sus versos salen del alma: son grandiosos, son sencillos, son formidables; y si ahora suenan de un modo raro en nuestros oídos, es porque nosotros no estamos hechos para sentirlos.” A través de estas dos impresiones de la obra de Whitman, en realidad no se logra conocer cómo era sus versos ni qué dicen. Simplemente, la impresión que despertó en Gómez Carrillo la lectura de su poesía. Por otra parte, en la más conocida de Enrique Gómez Carrillo, su faceta como cronista ha sido la más admirada. Al igual que su narrativa y su crítica, también se le ha considerado impresionista. Según la doctora Lucrecia Méndez de Penedo: “El cronista viajero intentaba dar su impresión de lugares ajenos, preferiblemente exóticos, a través de una prosa exquisitamente elaborada.



El paisaje, los monumentos, los habitantes, las costumbres, eran vistos a través de una lente poética, casi siempre cargada de imaginación. En otras palabras, no se trataba de ofrecer una descripción analítica y objetiva, sino emotiva y subjetiva.” (2, III) La doctora ofrece un ejemplo en una obra concreta de Gómez Carrillo: “Por ejemplo, el Japón que Gómez Carrillo nos pinta ciertamente es el que vio, pero aparece opacado por el Japón que imaginó y, sobre todo, por el que deseó ver.



Él mismo afirmaba que viajaba con ojos “de amante”, es decir prestos a la distorsión.” (2, III-IV) En esta cita, se explica que, en el caso de las crónicas de viajes, el referente real era en sí el lugar que visitó, y el imaginario, el que quiso ver. El texto que se refiere la doctora Méndez es El Japón heroico y galante (1912), en el cual, según expresa Gómez Carrillo, él ya lo conocía por medio de los libros; sin embargo, la impresión de ver lo mismo que observaba en los libros es mucho mejor: “Pero, ¿acaso no sabía también que las calles eran así como las veo, estrechas, tortuosas, sucias, sin aceras y sin empedrado?… ¿Acaso no había leído antes de venir mil descripciones detalladas y escrupulosas?… Sí. Lo que ahora veo en la realidad, ya me era por los libros y las estampas familiar. [...] esos hombres sudosos que arrastran carretas cargadas de sacos enormes; esa falta de color, de brillo, de alegría general, en fin, ya la conocía yo.



Pero la realidad, esta vez, es más completa, más intensa que la visión.” También en “Ghetsemaní”, crónica de su libro Jerusalén y la Tierra Santa (1912), expresa que lo que observa no era lo que esperaba: “Aun los más piadosos viajeros, cuando visitan Ghetsemaní, se sienten entristecidos por la falta de grandeza con la cual los franciscanos han adornado el antiguo Huerto de la Agonía.” Y para compensar esta frustración que ofrece el referente real, mezcla su impresión, el referente imaginario, para dar calidad a la crónica: “En la época de Jesús, todo esto debe de haber presentado un aspecto parecido al que ahora le vemos. La tristeza del jardín actual, con sus olivos, que según los frailes, son los mismos de hace dos mil años, tienen que haber atraído al Nazareno en la noche más lamentable de su existencia.” En otro tipo de crónicas, no de viajes sino de sucesos o personajes de su época, Gómez Carrillo también ofrece la visión impresionista. En “Raquel Meller”, publicado en El libro de mujeres (1919), describe subjetivamente a esta famosa cupletista, quien, además, fue su esposa: “Todo su arte, podemos agregar, es un suspiro, una confidencia, un anhelo íntimo. Estudiándola bien, no con métodos analíticos, sino con amor, que es como hay que hacerlo, se nota que no canta más que para sí y para su amante.



Variando mucho, siendo altiva y humilde, perversa y sencilla, suave y traviesa, ferviente y ligera; siendo una gran dama y una modistilla, una parisina y una andaluza; siendo buena y mala, cruel y piadosa; siendo múltiple e inexplicable, en suma, es siempre ella misma y no es más que ella; es decir, el más armonioso, el más inquietante y el más divino de los misterios humanos.” Como conclusión, se ha observado que la obra de Enrique Gómez Carrillo se caracteriza por la visión impresionista del autor, provocada por la crisis de la representación realista que evitaba ver la ruina y la miseria de la sociedad al final de la belle époque. Las tácticas del autor guatemalteco se basaban básicamente en causar el contraste entre el referente real y el referente imaginario, producto de la impresión del llamado “Príncipe de los cronistas”.



























































miércoles, 29 de septiembre de 2010

Analisis Semiótico comparativo, Cuento EL ASCENSOR

EL ASCENSOR
Maurice Echeverría

(Esta es la dilecta historia de la violación de una
niña/Lolita en un ascensor que va del lobby al piso trece, y
los avatares extraordinarios de esta violación, llevada a
cabo por el mismísimo Mefistófeles, llamado por terceros el
Macho Cabrío, sí.)

Rebeca, nuestra niña/Lolita, llega al edificio. En el
edificio vive su abuela, y su abuela pacientemente la espera.
Su abuela es vieja: se muere.

Rebeca presiona el botón, espera. Estos ascensores
siempre tardan, piensa. Pero recuerda el rostro de un amigo
en el colegio, se distrae, no le importa la demora.
Finalmente, las puertas se abran. Entra.

Piso 1. Imagine el lector un ascensor cualquier, un
anónimo ascensor. Allí, adentro, está Rebeca, y Rebeca
empuja el ligero botón que indica: 13.  Rebeca quiere ir al
piso 13, pues allí vive su abuela, allí su abuela, que muere,
la espera. Justo acaba de presionar el botón (13) cuando
comienza a sentir un calor exacerbado, vehemente. Qué
calor, piensa. Y entonces es cuando aparece Mefistófeles,
llamado por terceros el Macho Cabrío, sí.

El Macho Cabrío es denodado, maléfico, magno,
impetuoso, fascinante, único, inadaptado, fragoroso,
improbo, hermoso, grotesco, locuaz, sentimental.

Rebeca tiene miedo.

Y razón tiene que tener miedo, pues Mefistófeles,
llamado por terceros es Macho Cabrío, sí, la quiere violar.
El calor aumenta sensiblemente. El Macho Cabrío bromea,
molesta a la señorita: bromas latinoamericanas, machistas.
Con encono le acaricia los senos, se agita. En un arrebato,
extrae su falo megalítico. Rebeca se asusta.

Piso 2. A Mefistófeles, llamado por terceros es Macho
Cabrío, sí, le salen cucarachas por la boca cuando habla:
nerviosas, como llevadas por un pánico, por una
disolución. Es una romería, una diáspora negra de  bichos.
El ascensor se ahoga por dentro de cucarachas. La
niña/Lolita se asfixia en ese movimiento negro y eléctrico.

Rebeca escucha la voz pavonada del Macho Cabrío. A
la vez, siente el falo de este personaje, dentro ya, enorme,
vasto. Rebeca puede sentir el dolor, grita. Abuela, grita.
Pero nadie la escucha.

Rebeca se siente como una caja negra, sabe que el
elevador es una caja negra.

Hay un olor, una muerte balbuceada en el ambiente.

Piso 3. El Macho Cabrío le aplica un tanto de baby oil a
Rebeca en el culo, pues ahora la quiere penetrar de modo
distinto, de otro modo: es un hombre de mundo, un
hombre civilizado. Rebeca ya no puede llorar más, se cansa
de llorar. Aunque también, a la vez, le empieza a gustar un
poquito todo esto.

Piso 4. Aquí el ascensor se detiene. Las puertas se
abren. Rebeca grita, está feliz. Todo va a terminar, piensa.
Pero piensa mal. Se abren las puertas, y entra presuroso
Michel Foucault, calvo y complejo. No repara en nada de lo
que sucede. Se posiciona en una esquina, y empieza a
discurrir sobre la locura. Mefistófeles, llamado por terceros
es Macho Cabrío, cesa su labor, su faena, para poder
conversar con el pensador francés. Dicen los dos cosas
interesantes, cosas que pueden levantar el entendimiento
del mundo, del hombre. Hablan de la muerte del hombre.

Piso 5. En este piso se baja Foucault, total y filósofo. El
Macho Cabrío toma una jeringa, una jeringa amarilla, y se
inyecta una sustancia negra, densa. El placer le transfigura
el rostro. Cuando el sopor ya le ha pasado un poco, le toma
el bracito a la niña/Lolita, y le pincha también. Espasmos
beatos, angelicales formas de delirio, pausas apoteósicas.
Rebeca nunca había conocido una sensación así. Ahora si
que le empieza a gustar el vaivén, la reiterada carne de su
acompañante. Suena el Emperador, de Beethoven. 

Piso 6. El ascensor es una suite, un recinto amoroso, un
espacio abastecedor y espiritual. Rebeca está
profundamente enamorada de Mefistófeles, llamado por
terceros es Macho Cabrío, sí.

Son amigos, amantes. Pueden decirse las cosas más
íntimas, pueden no mentirse. Rebeca juega sin pudores con
la mierda del Macho Cabrío, de nuestro gran Macho
latinoamericano. Eso la excita, vean. Rebeca ya ha entrado a
un plano excrementicio de afectividad. Está dispuesta a
comerse la mierda del otro, y lo hace. Y sus pequeños senos,
que son apenas unos bocetos, de tan mínimos, se hinchan
de placer. Mefistófeles ríe con risa oscura.

Rebeca desliza su lengua menuda por las portentosas
cicatrices de nuestro querido diablo. Toma su falo
majestuoso, lo chupa entero.

Piso 7. Rebeca quiere avisarle de algún modo a la
abuela que ya va en camino. Saca entonces su teléfono
celular, se recuesta en el pecho boscoso de su compañero, y
habla con la vieja, que muere.
- M’ija, ¿en dónde estás?
- Voy en camino, abuela.
- M’ija, ¿Cuánto te vas a tardar?
- No sé, abuela, no moleste.

Pues Rebeca ya empieza a rebelarse contra las
estructuras. Rebeca: un individuo actuante, sin
conmiseraciones.

En el ambiente se escucha alguna gymnopedia de Erik
Satie.

Piso 8. Algo grave pasa en el cuerpo, en el espíritu de
Mefistófeles, llamado por terceros es Macho Cabrío, sí.
Empieza a enamorarse de la pequeña Rebeca. El gran
Mefistófeles, el diablo mismo, la sustancia propia del mal,
se ha enamorado. Nuestro hombre (bueno, no es un hombre
exactamente) tiene sensaciones borneadizas, que escapan a
su control. Cuando Rebeca duerme, llora secretamente en
una esquina. ¿Qué hacer? ¿Cómo dominar esto?

El Macho –ya no tan macho, después de todo- deja de
comer, se siente como sin peso, ingrávido. Lo sacuden
fuertes depresiones. Surgen graves inquietudes en su
persona y preguntas sobre su naturaleza. Por lo mismo
empieza a leer a los filósofos, pero más a los poetas. Tiene,
de hecho, una secreta afinidad por los versos franceses del
siglo XIX. Ah, Musset.
Du temps que j’etais écolier...

Piso 9. Una lluvia al principio tuene, después
francamente intempestiva, sacude el interior del elevador.
Llueve. Rebeca se desnuda y recibe la lluvia, como en un
acto prístino y definitivo. Mefistófeles le teme a esta lluvia,
a este chubasco grandioso que él no ha causado. Todo es
humedad, todo es elemental. Vegetaciones grises y verdes
empiezan a desarrollarse, trepan, atrapan. ¿Qué presagio es
este?, se pregunta Mefistófeles (llamado por terceros es
Macho Cabrío, sí). Tiene miedo. Siente en sí un delirio, una
pena, un pánico. Rebeca le mira, y ríe, le escupe.

Piso 10. A Rebeca ya no le gusta este Macho Cabrío,
que no es tan macho después de todo, como ya quedó claro.
Mírenlo nomás: en la esquina, gimoteando, susurrando (en
algún viejo dialecto germánico).

Ahora le mira débil, delicado, asténico, deaíco,
fachudo, enclenque, mermado, lánguido, flojo, endeble,
debilitado, marica.

Su sexo, antes hipertrofiado, ahora es una piltrafa sin
vida, algo repugnante, ignominioso, más que banal: risible.

Su rostro enverado le resulta demasiado decrépito, tan
obsceno.

Piso 11. La abuela está preocupada por su nieta, que
ha dado muestras extrañas de rebeldía. Sospecha que el
Macho Cabrío ha metido mano aquí. Y cuánto.

La abuela recuerda cuando alguna vez, en su pueblo
natal, en provincia, en un camino errático y escondido, le
salió de la nada el mismísimo diablo. Recuerda el sexo
grande, eterno, como una callosidad, como un castigo.
Todavía recuerda el dolor, el dolor.

Ella también se volvió rebelde entonces.

La abuela se pone nerviosa, siente cómo su corazón
tiembla demasiado.

Piso 12. Rebeca es ahora la que viola a Mefistófeles,
llamado por terceros es Macho Cabrío, sí. El Macho Cabrío
grita, implora, pero Rebeca, la pequeña Rebeca es
implacable, segura, deseosa. Rebeca alardea. Hay sangre en
el piso, sangre borboteante en el sexo de nuestro Macho,
sangre en la luz.

Piso 13. Mefistófeles yace en la esquina del ascensor,
como un libro de Musset en la mano, muerto. Se ha
suicidado.

Ha muerto de amor.

Y de dolor.

Rebeca ríe con risa oscura.

Se abren las puertas del ascensor.

Rebeca camina en el pasillo.

Abre vehementemente la puerta del apartamento de
su abuela, y su abuela, que ha muerto también, sostiene
contra su pecho precario una fotografía de Mefistófeles,
llamado por terceros es Macho Cabrío, sí.








Analisis Semiótico Comparativo

Argumento, es una dulce niña la cual es victima de una violación como menciona al iniciar el cuento, la inocencia de aquella pequeña la lleva a convertirse de presa a cazador, de lo cual antes de subir al ascensor ella no tiene ni idea de lo que va a sucederle.

Conflicto, el cuento es explicito al mencionar que la niña es violada por el mismo Mefistófeles. Este conflicto es parecido al de caperucita puesto, que menciona el cuento que caperucita se desnuda y se mete a la cama con el lobo, viola la inocencia de caperucita al sentir ese cuerpo grande y mal obrado del lobo.


Secuencia, es una historia que comienza disforica, ya que  la niña al subir al elevador es violada por Mefistófeles, con forme el cuento avanza se puede ver que la niña se arma de valor y ya no es tan inocente como el llamado Macho cabrio si, piensa, la ya nombrada Rebeca cambia a ser Lolita, la violadora de Mefistófeles y ella ya no se siente mas una presa, entonces se puede decir que si bien Lolita no es feliz al final se libra de Mefitófeles, por eso su final es euforico, porque al final hay una mejora. Todo lo contrario a caperucita roja la cual es devorada por el lobo feroz.

Oposición, el valor contra el miedo, el amor contra el odio, la inocencia contra la lujuria, todos esto factores se vienen a repetir en el cuento de caperucita roja ya que aunque los cuentos son distintos las oposiciones son similares o se podría decir que las mismas.


Personajes, La niña (Rebeca) el malo (Mefistófeles) la abuelita enferma, esta es una de las partes en donde se cruzan los cuentos porque son escritores distintos escribiendo la historia con diferente enfoque, La caperucita Roja y El ascensor.



Tiempo, la forma en que Echeverria escribe, el lector puede imaginar los tiempos actuales ya que en la actualidad, quien no conoce un elevador, pero también es curioso saber que el cuento de la caperucita, utiliza un bosque y después una cabaña, entonces, si el lector piensa puede decir que la misma niña se fue de viaje a la cabaña de la abuelita que vive en un bosque cercano.


Espacio, Rebeca cuando llega al edificio, posiblemente la envió su madre a visitar a la abuelita enferma, se repite nuevamente la circunstancia en que caperucita es devorada por el lobo en una cabaña (cerrada) de igual forma Rebeca en un ascensor (cerrado) las dos vienen de afuera (espacio abierto).

Connotado, el cuento del elevador, es una historia que claramente plasma como es posible que una niña sea violada por caminar sola, no solo en el bosque como lo se aprecia en el cuento de caperucita, sino también en los trece niveles de un ascensor, cualquiera se puede aprovechar de una niña indefensa.

Denotado, este cuento puede expresar miles de sentimientos pero hablando del sentimiento real, esta es la típica historia de las niñas que son violadas y que de tanto abusar de ellas, terminan convirtiéndose en prostitutas las cuales ya no lloran por el sentimiento contrario que tienen, sino estas mismas se convierten en cazadoras de victimas, ridiculizando lo que su presa puede sentir, no solo en lo sexual como ellas mismas ya lo han experimentado sino en lo sentimental, se vuelven insensibles.  Como es el caso de Rebeca quien cambia su nombre a Lolita (una sexoservidora no explicita). Este aspecto tal vez pudo ser el caso de caperucita, pero ella ingenua de las circunstancias no alcanzó a llegar hasta este punto.


La propuesta ideologica que nos ofrece Echeverria es similar a la del cuento de caperucita roja, es como una forma izquierdista de alzar la voz, contando todas aquellas cosas que quedan impunes y que nadie, ni siquiera los mismos afectados cuentas, en medio de este sistema capitalista, Echeverria intenta hacer consciencia social al escribir de esta forma tan llamativa y candente la historia que en las calles se repite cada día y como las mismas circunstancias hacen que esas pobres victimas deban cambiar hasta su nombre, porque su voz no fue escuchada, así como hicieron callar a Caperucita cuando el lobo se la devoró.

Analisis Semiótico comparativo, Cuento LA CAPERUCITA


CHARLES PERRAULT
CAPERUCITA ROJA 





 
Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera visto; su madre
estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más todavía. Esta buena mujer le había mandado hacer
una caperucita roja y le sentaba tanto que todos la llamaban Caperucita Roja.
Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo.
—Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma; llévale una torta y este
tarrito de mantequilla.
Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo. Al pasar por un
bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas ganas de comérsela, pero no se atrevió
porque unos leñadores andaban por ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía
que era peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:
—Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
—¿Vive muy lejos?, le dijo el lobo.
—¡Oh, sí!, dijo Caperucita Roja, más allá del molino que se ve allá lejos, en la primera casita del
pueblo.
—Pues bien, dijo el lobo, yo también quiero ir a verla; yo iré por este camino, y tú por aquél, y
veremos quién llega primero.
El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la niña se fue por el
más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr tras las mariposas y en hacer ramos con las
florecillas que encontraba. Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.
—¿Quién es?
—Es su nieta, Caperucita Roja, dijo el lobo, disfrazando la voz, le traigo una torta y un tarrito de
mantequilla que mi madre le envía.
La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:
—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
El lobo tiró la aldaba, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena mujer y la devoró en un
santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. En seguida cerró la puerta y fue a acostarse en el
lecho de la abuela, esperando a Caperucita Roja quien, un rato después, llegó a golpear la puerta: Toc,
toc.
—¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela
estaba resfriada, contestó:
—Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le
envía.
El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
Caperucita Roja tiró la aldaba y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el lobo le dijo, mientras se
escondía en la cama bajo la frazada:
—Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo.
Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la forma de su
abuela en camisa de dormir. Ella le dijo:  
—Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
—Es para abrazarte mejor, hija mía.
—Abuela, ¡qué piernas tan grandes tiene!
—Es para correr mejor, hija mía.
Abuela, ¡qué orejas tan grandes tiene!
—Es para oír mejor, hija mía.
—Abuela, ¡que ojos tan grandes tiene!
—Es para ver mejor, hija mía.
—Abuela, ¡qué dientes tan grandes tiene!
—¡Para comerte mejor!
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.


MORALEJA

Aquí vemos que la adolescencia, 
en especial las señoritas, 
bien hechas, amables y bonitas 
no deben a cualquiera oír con complacencia, 
y no resulta causa de extrañeza 
ver que muchas del lobo son la presa. 
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura 
no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña, 
silenciosos, sin odio ni amargura, 
que en secreto, pacientes, con dulzura 
van a la siga de las damiselas 
hasta las casas y en las callejuelas; 
más, bien sabemos que los zalameros 
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.
 





Análisis Semiótico comparativo
trama
el cuento de la caperucita es el relato de una niña que, por hablar con extraños, platica con un lobo al cual le da referencias del lugar a donde se dirige, provocando así que el lobo se como a la abuelita y a la misma caperucita, similar a la trama que vive el cuento del ascensor, las dos niñas que menciona son ingenuas de su destino.

Conflicto, el sufrimiento de una indefensa.

Oposición, inocencia con morbo, pureza contra deseo, mentira contra la verdad, vida contra la muerte, el odio contra el amor, la justicia contra la injusticia. En este segmento se vuelve a repetir la forma en que se describe el cuento del ascensor, las oposiciones son muy parecidas.

Espacio.
El cuento se desarrolla en un ámbito abierto, es un bosque por el cual la niña camina hacia la casa, que es un espacio cerrado, muy parecido al cuento el ascensor, la niña también se dirige rumbo a la casa de su abuelita enferma, el espacio en donde se desencadena la trama es un ascensor.

Tiempo,
Posiblemente caperucita roja, fue escrita muchas décadas atrás, pero esta fascinante historia pareciera narrada por allí en la edad mitológica en donde la fantasía era vívida y a imaginación era parte de la literatura de aquella época. Aunque en tiempo se separa esta historia de la del elevador, pareciera que se referían a la misma niña.

Personajes,
 en el cuento de capetucita y en el del ascensor, se dejan notar los mismos personajes, la niña (capetucita y Lolita) el tipo malo (el lobo y mefistófeles) la abuelita enferma y la madre que envía a su hija.

Secuencia,
este cuento se desencadena una triste historia por lo cual empezaría siendo eufórico ya que antes de las desgracias de caperucita, ella tenia todo, era hermosa, todos la admiraban, la madre vivía por ella, pero su fin es disfórico ya que a caperucita por la imprudencia de ella misma, el lobo se la termina comiendo el lobo. Esta secuencia es clara, pero, el cuento del elevador su desarrollo es distinto, así que el parecido en escritura en este ámbito se separa un poco.




Denotado, la historia plasma como entre engaños caperucita fue, presa del lobo feroz quien al final no solo se comió a la abuelita sino también a caperucita.


Connotado, dentro del cuento caperucita roja, es una niña que pareciera, como dice la expresión, salida de la montaña, ya que no toma en cuenta que las adversidades que presenta el hablar con extraños, ignora los riesgos que puede corre y ella se aventura a platicar con el lobo, posiblemente por la curiosidad que tiene al ver aquel vivaz individuo. contra poniendo lo que sucede en el cuento el elevador, que aquella niña tal vez ignora su destino pero aprovecha las circunstancias para sacarle la delantera a aquel llamado, macho cabrio si.


Este escrito, por una parte deja plasmado en este cuento, un cuento de izquierda, todas aquellas cosas que nadie se atreve a contar, aquellas mujeres que han sido atacadas, que su buena voluntad las hace presas de la desgracia, talvez con este cuento deseaba dar a conocer aquellos desgraciados que se aprovechan de la situación de los más debiles. tiempos distintos escritura muy parecida con una proyección similar, como lo es el cuento del ascensor.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Monja de Clausura por, Ana María Rodas

Extraído de,  http://www.literaturaguatemalteca.org/rodas1.htm



Análisis Semiótico



El, argumento pleno que propone este cuento, es que posible mente en aquella época era prohibido hablar de cosas sexuales y la castidad era algo irrefutable, aún mas si se hablaba de una monja. Dentro del cuento se puede observar a una persona que desea contener sus deseos de lujuria y la curiosidad que siente por conocer, por decirlo así, todo aquello que estaba fuera de su mundo o el propio contexto en el que vivía del cual era prisionera, porque como cualquier humano, podía sentirlo. 

Ana María Rodas, deseaba dejar bien en claro que era un acontecimiento, que el una dama y mayormente si era una monja, diera indicios de deseos sexuales, por ello nadie deseaba hablar de lo mismo porque como ya es mencionado, era un sacrilegio hablar de lo mismo, aún esto se podía observar por allí a finales de los años 80's en donde la castidad y la pureza de una mujer era su emblema.


Conflicto, lucha contra los deseos carnales.




Secuencia, una simple visita puede despertar los deseos carnales, tal y como sucedió con esta joven, como ya se ha mencionado esta joven siente una represión por los sentimientos y la curiosidad del deseo carnal o sexual el cual lleva aprisionado, posiblemente desde mucho tiempo, el tan solo tocar esas paredes frías hace que su mente se eleve lo cual pude desencadenar una historia disfórica, porque está presa de sus sentimientos muy internamente.
Si observamos la manera en la que su mente y sus sentimientos se abre y que al final, trata de contenerse pero le es imposible tratar de no demostrar esa lujuria que lleva por dentro, se puede decir que el cuento termina de forma eufócia, puesto que ella baja las gradas de aquella cripta sintiendo lo que jamás en su vida imagino sentir o pensar, esos pensamientos morbosos de lo cual no le era permitido hablar.

Oposición, castidad al deseo, el silencio al grito, la pureza a la lujuria.

Personajes, la joven apasionada y con deseos febriles esperando el aliento de alguien como Raúl, quien deseaba expresarle los pensamiento más morbosos, Sigrid una persona desinteresada del panorama por lo contrario de Diana que con curiosidad busco sentir lo que en ese momento la joven captaba.

Tiempo,  este cuento se desencadena en la época colonial, es claro observar lo recatada que se comportaban las jóvenes y los pensamiento sexuales que atravesaban sus mentes, en ese tiempo no les era permitido ni siquiera aún pensarlo, no solo era un pecado capital, sino que era castigado por la familia.

Espacio, se enmarca en las ruinas de una iglesia, dentro de la ciudad la cual estuvo en guerra y de esa forma la iglesia fue atacada como refugio de los opositores, por esa razón la iglesia estaba de esa forma. Es allí en donde este cuento se desencadena.

Denotado, es claro que había una joven o tal vez mas de una reprimiendo sus deseos sexuales, por medio de su imanación trataba de hacerlos vividos en aquel momento en que su compañero hacia señas, la curiosidad por esa sensación atrae a la otra joven quien no falto por pegarse a la misma pared en donde la joven parecía sentirse complacida.


Connotado, dentro del marco que nos presenta Ana María Rodas, hay una represión muy grande hacia la libre locomoción, la jóvenes en aquella época no eran dueñas de si mismas y no podía decidir ni siquiera con quien deseaban casarse, el tema sexual era un tabú y por estas mismas razones la autora deseaba plasmar la represión en la que el sexo femenino vivía.

Propuesta ideológica, en la época colonial se habla de como el esclavismo fue desapareciendo y renacía el capitalismo, tal vez no era a grandes razgos pero si se comenzaba a pronuncia, la mujer jugaba un papel muy interesante en medio de todos roles, ya que solo era como un instrumento el cual servía de adorno para el varón, si bien se decía que no tenían libre expresión, Ana María, posiblemente con aires de feminismo, demostrar que solo eran un objeto sexual, el cual su mayor pronunciación era un su interior.






martes, 14 de septiembre de 2010

Dos Analisis de Fabulas.



Analisís de la Moraleja

Los Cuervos bien criados.

Cerca del Bosque de Chapultepec vivió hace tiempo un hombre
que se enriqueció y se hizo famoso criando Cuervos para los mejores
parques zoológicos del país y del mundo y los cuales resultaron tan
excelentes que a la vuelta de algunas generaciones y a fuerza de buena
voluntad y perseverancia ya no intentaban sacar los ojos a su criador
sino que por lo contrario se especializaron en sacárselos a los mirones
que sin falta y dando muestras del peor gusto repetían delante de ellos
la vulgaridad de que no había que criar Cuervos porque le sacaban a
uno los ojos.
 




La moraleja, nosotros como seres humanos somos egoístas y pesimistas, ya que solo enseñamos lo que nos conviene y no podemos ver más allá de nuestros propios intereses. Posiblemente el criador se enriquecía de forma momentánea para sacar provecho pero nunca pensó en los demás, porque los cuervos siguieron sacando lo malo de ellos pero ya no hacia su dueño sino hacia los demás, como un acto de vandalismo y aberración.

El contenido social es que vemos todos los días ya que el capitalismo es precisamente eso, agarra lo que hay a nuestro alrededor para nuestro propio beneficio como lo hace el CACIF enriqueciéndose con la desgracia de Guatemala lo cual cada di los favorece a ellos, entrenando cuervos para que exploten a los de clase media baja pero como los de CACIF les dan de comer no se atreven ni siquiera a verlos de frente.

Aun dentro de las mismas clases sociales, hacemos exactamente lo que la moraleja dice, Tito Monterroso, fue realista al decir que el 


Señor se enriquecía con la desgracia de que los cuervos le sacaban los ojos a los demás menos a él, si eso sucedía en aquellos tiempos en que este escritor lo dijo, imaginemos cuanto aún mas ahora que todo mundo trata de sobrevivir con lo que tiene , aun que eso represente pasar sobre los demás apachandolos o propiamente, sacándole los ojos por un mejor bienestar propio.

Dentro de la moraleja, es el criador de cuervos, pero en la realidad, somos nosotros mismos, que estamos inmersos en toda esta desgracia social. Cada quien lucha por ver como le hace para salir sin importar a quien se truene por delante.








Analisis
Moraleja 
CABALLO IMAGINANDO A DIOS


A pesar de lo que digan, la idea de un cielo habitado por Caballos
y presidido por un Dios con figura equina repugna al buen gusto y a la
lógica más elemental, razonaba los otros días el Caballo.
Todo el mundo sabe -continuaba su razonamiento- que si los
Caballos fuéramos capaces de imaginar a Dios lo imaginaríamos en
forma de Jinete. 



El animal simboliza, la poca perspectiva y lo inútiles que muchas veces podemos ser los seres racionales, pensar en forma diminutiva y conformarnos con lo poco que esta a nuestro limite.
Ciertamente el autor deseaba plasmar la idea de que siempre necesitamos un jinete o un señor, para que nos guíe y nos de instrucciones, talvez así las cosas nos salen perfectas y como deseamos.

Día con día vemos esa ignorancia a nuestro alrededor, todos pintan un, ojala, si yo pudiera, si al caso lograra esto o aquello cuando se les va la vida imaginando un mundo perfecto y nos quedamos ignorantes con cabeza de caballo, viendo solo a una dirección, cuando tenemos mucho mas mundo por recorrer.

El ser humano, por debajo de la mesa, sigue siendo un ser conformista, que necesita de uno más grande para poder ser alguien, busca una ideología que seguir ya sea, ateo, católico, evangélico, mormón pero siempre algo a que aferrarse, porque sin ese algo pareciera que no tiene identidad. Cada quien ve su propio forma de ver al mundo pero ninguno quiere salir de su jaula pensando que necesita una figura más grande para poder ser alguien.
 
















domingo, 29 de agosto de 2010

La Literatura de la Colonia

Maria Josefa Garcia Granados.

Nacio en el puerto de Santa Maria, en España 10 de julio de 1796. arriba a Guatemala con sus padres tras la invacion francesa. Hermana de un liberal conservador como fue Miguel García Granados. Escribo el periodico tras el seudomino Juan de la Viña. Fué intima amiga de José Bátres Montufar, con quien fundaron el periodico, Cien Veces Una, juntos escribieron unos de los mas atrevidos textos de la época, sermón para José María Castilla. Texto el cual fue criticado de pornografíco y logró escandalizar la moral de la provincia. Falleció en 1848

Analisís, ya que en aquellos tiempos los escritores, mucho más si eran mujeres, no podían escribir textos los cuales fueran contenidos por paganismo y palabras insitando el sexo o la lujuria, fue lo que causo tan grande descontento por la comunidad de aquella époco, Pepita, como la llamaban, se atrevio a decir todas aquellas cosas que para todos los demás eran tabú, para ella era un deseo ahogado en la necesidad de quererse expresar y que mejor forma por la poesía, como lo expresó en el Sermón para José María Castilla, todo lo que nadie se atrevió a decir jamás, ella lo dijo entre adornos y letras. Su mayor atributo era la escritura periodistica, lo cual la llevo también a escribir de una forma cruda y sin censura.


Fray Matías Córdoba,
Nació en 1768, ingresó muy joven al convento Santo Domingo de Guatemala, en 1800 se graduó en Licenciado en Teología. Fue el fundador de la primera imprenta, en donde redactó el periódico El Pararrayo, bajo el seudomino El Especiero.

Fue defensor de los derecho de Centroamérica sobre el estado chiapaneco del cual se alzó en armas contra el imperio mexicano.
Una de las obras que mayor fama le dio fue la Fabula del León.


José Bátres Montufar,

Uno de los escritores mas importantes del siglo XIX, nació en lo que era conocido como la provincia del Salvador, el 18 de marzo de 1809.
Su primer mentor fue su mismo padre, el cual lo inicio en la literatura, matemáticas, música y el idioma francés. Ingresó a la escuela de Cárdenas en donde se graduó de oficial del arma artillería, en 1826. Era intimo amigo de Pepita García Granados, fue participe en una de las obras con mayor escándalo, que hasta la actualidad no es permitido leerlo en las escuelas, El Sermón para José María Castilla.
Una de sus mas exitosas obras fue Tradiciones de Guatemala, tres cuentos escritos en versos, entre los cuales también se cuenta el poema Yo Pienso en Ti.

La forma de dirigirse por medio de versos, era como grande profundo, interno secreto, silencioso, sus obras creadas y algunas de las más detacadas tienen una presencia que da la impresión que aunque a pesar que estaba escribiendo sobre la muerte como el poema Yo Pienso en Ti, pareciera que esta enamorado de las letras que escribe, la fascinación con la que hace ver a lo que muchos le tienen miedo y simplemente no desean nisiquiera mencionarla, Bátres la detalla como la más grande transición de la vida. asi mismo como el volcán de Agua, un escrito en donde desencadena tanta pasión y admiración por aquellos majestuosos parajes, que los trasmite a versos.

José Milla y Vidaurre,

Nació en Guatemala el 4 de agosto de 1822, realizó sus primeros estudios en el Colegio Seminario, posteriormente realizo estudios de leyes en la Universidad San Carlos Borromeo, los cuales no concluyó.

Fue redactor del periódico la Gaceta Oficial, publico el periódico La Semana, en donde apareció por primera vez su Cuadro de Costumbres.
Durante su estadía en el exterior, escribió su obra Un Viaje al Otro Mundo pasando por otras partes, fue creador del personaje Juan Chapín.

También fue miembro honorario de la sociedad literaria de París.
José Milla, es considerado el padre de la novela guatemalteca.