miércoles, 29 de septiembre de 2010

Analisis Semiótico comparativo, Cuento EL ASCENSOR

EL ASCENSOR
Maurice Echeverría

(Esta es la dilecta historia de la violación de una
niña/Lolita en un ascensor que va del lobby al piso trece, y
los avatares extraordinarios de esta violación, llevada a
cabo por el mismísimo Mefistófeles, llamado por terceros el
Macho Cabrío, sí.)

Rebeca, nuestra niña/Lolita, llega al edificio. En el
edificio vive su abuela, y su abuela pacientemente la espera.
Su abuela es vieja: se muere.

Rebeca presiona el botón, espera. Estos ascensores
siempre tardan, piensa. Pero recuerda el rostro de un amigo
en el colegio, se distrae, no le importa la demora.
Finalmente, las puertas se abran. Entra.

Piso 1. Imagine el lector un ascensor cualquier, un
anónimo ascensor. Allí, adentro, está Rebeca, y Rebeca
empuja el ligero botón que indica: 13.  Rebeca quiere ir al
piso 13, pues allí vive su abuela, allí su abuela, que muere,
la espera. Justo acaba de presionar el botón (13) cuando
comienza a sentir un calor exacerbado, vehemente. Qué
calor, piensa. Y entonces es cuando aparece Mefistófeles,
llamado por terceros el Macho Cabrío, sí.

El Macho Cabrío es denodado, maléfico, magno,
impetuoso, fascinante, único, inadaptado, fragoroso,
improbo, hermoso, grotesco, locuaz, sentimental.

Rebeca tiene miedo.

Y razón tiene que tener miedo, pues Mefistófeles,
llamado por terceros es Macho Cabrío, sí, la quiere violar.
El calor aumenta sensiblemente. El Macho Cabrío bromea,
molesta a la señorita: bromas latinoamericanas, machistas.
Con encono le acaricia los senos, se agita. En un arrebato,
extrae su falo megalítico. Rebeca se asusta.

Piso 2. A Mefistófeles, llamado por terceros es Macho
Cabrío, sí, le salen cucarachas por la boca cuando habla:
nerviosas, como llevadas por un pánico, por una
disolución. Es una romería, una diáspora negra de  bichos.
El ascensor se ahoga por dentro de cucarachas. La
niña/Lolita se asfixia en ese movimiento negro y eléctrico.

Rebeca escucha la voz pavonada del Macho Cabrío. A
la vez, siente el falo de este personaje, dentro ya, enorme,
vasto. Rebeca puede sentir el dolor, grita. Abuela, grita.
Pero nadie la escucha.

Rebeca se siente como una caja negra, sabe que el
elevador es una caja negra.

Hay un olor, una muerte balbuceada en el ambiente.

Piso 3. El Macho Cabrío le aplica un tanto de baby oil a
Rebeca en el culo, pues ahora la quiere penetrar de modo
distinto, de otro modo: es un hombre de mundo, un
hombre civilizado. Rebeca ya no puede llorar más, se cansa
de llorar. Aunque también, a la vez, le empieza a gustar un
poquito todo esto.

Piso 4. Aquí el ascensor se detiene. Las puertas se
abren. Rebeca grita, está feliz. Todo va a terminar, piensa.
Pero piensa mal. Se abren las puertas, y entra presuroso
Michel Foucault, calvo y complejo. No repara en nada de lo
que sucede. Se posiciona en una esquina, y empieza a
discurrir sobre la locura. Mefistófeles, llamado por terceros
es Macho Cabrío, cesa su labor, su faena, para poder
conversar con el pensador francés. Dicen los dos cosas
interesantes, cosas que pueden levantar el entendimiento
del mundo, del hombre. Hablan de la muerte del hombre.

Piso 5. En este piso se baja Foucault, total y filósofo. El
Macho Cabrío toma una jeringa, una jeringa amarilla, y se
inyecta una sustancia negra, densa. El placer le transfigura
el rostro. Cuando el sopor ya le ha pasado un poco, le toma
el bracito a la niña/Lolita, y le pincha también. Espasmos
beatos, angelicales formas de delirio, pausas apoteósicas.
Rebeca nunca había conocido una sensación así. Ahora si
que le empieza a gustar el vaivén, la reiterada carne de su
acompañante. Suena el Emperador, de Beethoven. 

Piso 6. El ascensor es una suite, un recinto amoroso, un
espacio abastecedor y espiritual. Rebeca está
profundamente enamorada de Mefistófeles, llamado por
terceros es Macho Cabrío, sí.

Son amigos, amantes. Pueden decirse las cosas más
íntimas, pueden no mentirse. Rebeca juega sin pudores con
la mierda del Macho Cabrío, de nuestro gran Macho
latinoamericano. Eso la excita, vean. Rebeca ya ha entrado a
un plano excrementicio de afectividad. Está dispuesta a
comerse la mierda del otro, y lo hace. Y sus pequeños senos,
que son apenas unos bocetos, de tan mínimos, se hinchan
de placer. Mefistófeles ríe con risa oscura.

Rebeca desliza su lengua menuda por las portentosas
cicatrices de nuestro querido diablo. Toma su falo
majestuoso, lo chupa entero.

Piso 7. Rebeca quiere avisarle de algún modo a la
abuela que ya va en camino. Saca entonces su teléfono
celular, se recuesta en el pecho boscoso de su compañero, y
habla con la vieja, que muere.
- M’ija, ¿en dónde estás?
- Voy en camino, abuela.
- M’ija, ¿Cuánto te vas a tardar?
- No sé, abuela, no moleste.

Pues Rebeca ya empieza a rebelarse contra las
estructuras. Rebeca: un individuo actuante, sin
conmiseraciones.

En el ambiente se escucha alguna gymnopedia de Erik
Satie.

Piso 8. Algo grave pasa en el cuerpo, en el espíritu de
Mefistófeles, llamado por terceros es Macho Cabrío, sí.
Empieza a enamorarse de la pequeña Rebeca. El gran
Mefistófeles, el diablo mismo, la sustancia propia del mal,
se ha enamorado. Nuestro hombre (bueno, no es un hombre
exactamente) tiene sensaciones borneadizas, que escapan a
su control. Cuando Rebeca duerme, llora secretamente en
una esquina. ¿Qué hacer? ¿Cómo dominar esto?

El Macho –ya no tan macho, después de todo- deja de
comer, se siente como sin peso, ingrávido. Lo sacuden
fuertes depresiones. Surgen graves inquietudes en su
persona y preguntas sobre su naturaleza. Por lo mismo
empieza a leer a los filósofos, pero más a los poetas. Tiene,
de hecho, una secreta afinidad por los versos franceses del
siglo XIX. Ah, Musset.
Du temps que j’etais écolier...

Piso 9. Una lluvia al principio tuene, después
francamente intempestiva, sacude el interior del elevador.
Llueve. Rebeca se desnuda y recibe la lluvia, como en un
acto prístino y definitivo. Mefistófeles le teme a esta lluvia,
a este chubasco grandioso que él no ha causado. Todo es
humedad, todo es elemental. Vegetaciones grises y verdes
empiezan a desarrollarse, trepan, atrapan. ¿Qué presagio es
este?, se pregunta Mefistófeles (llamado por terceros es
Macho Cabrío, sí). Tiene miedo. Siente en sí un delirio, una
pena, un pánico. Rebeca le mira, y ríe, le escupe.

Piso 10. A Rebeca ya no le gusta este Macho Cabrío,
que no es tan macho después de todo, como ya quedó claro.
Mírenlo nomás: en la esquina, gimoteando, susurrando (en
algún viejo dialecto germánico).

Ahora le mira débil, delicado, asténico, deaíco,
fachudo, enclenque, mermado, lánguido, flojo, endeble,
debilitado, marica.

Su sexo, antes hipertrofiado, ahora es una piltrafa sin
vida, algo repugnante, ignominioso, más que banal: risible.

Su rostro enverado le resulta demasiado decrépito, tan
obsceno.

Piso 11. La abuela está preocupada por su nieta, que
ha dado muestras extrañas de rebeldía. Sospecha que el
Macho Cabrío ha metido mano aquí. Y cuánto.

La abuela recuerda cuando alguna vez, en su pueblo
natal, en provincia, en un camino errático y escondido, le
salió de la nada el mismísimo diablo. Recuerda el sexo
grande, eterno, como una callosidad, como un castigo.
Todavía recuerda el dolor, el dolor.

Ella también se volvió rebelde entonces.

La abuela se pone nerviosa, siente cómo su corazón
tiembla demasiado.

Piso 12. Rebeca es ahora la que viola a Mefistófeles,
llamado por terceros es Macho Cabrío, sí. El Macho Cabrío
grita, implora, pero Rebeca, la pequeña Rebeca es
implacable, segura, deseosa. Rebeca alardea. Hay sangre en
el piso, sangre borboteante en el sexo de nuestro Macho,
sangre en la luz.

Piso 13. Mefistófeles yace en la esquina del ascensor,
como un libro de Musset en la mano, muerto. Se ha
suicidado.

Ha muerto de amor.

Y de dolor.

Rebeca ríe con risa oscura.

Se abren las puertas del ascensor.

Rebeca camina en el pasillo.

Abre vehementemente la puerta del apartamento de
su abuela, y su abuela, que ha muerto también, sostiene
contra su pecho precario una fotografía de Mefistófeles,
llamado por terceros es Macho Cabrío, sí.








Analisis Semiótico Comparativo

Argumento, es una dulce niña la cual es victima de una violación como menciona al iniciar el cuento, la inocencia de aquella pequeña la lleva a convertirse de presa a cazador, de lo cual antes de subir al ascensor ella no tiene ni idea de lo que va a sucederle.

Conflicto, el cuento es explicito al mencionar que la niña es violada por el mismo Mefistófeles. Este conflicto es parecido al de caperucita puesto, que menciona el cuento que caperucita se desnuda y se mete a la cama con el lobo, viola la inocencia de caperucita al sentir ese cuerpo grande y mal obrado del lobo.


Secuencia, es una historia que comienza disforica, ya que  la niña al subir al elevador es violada por Mefistófeles, con forme el cuento avanza se puede ver que la niña se arma de valor y ya no es tan inocente como el llamado Macho cabrio si, piensa, la ya nombrada Rebeca cambia a ser Lolita, la violadora de Mefistófeles y ella ya no se siente mas una presa, entonces se puede decir que si bien Lolita no es feliz al final se libra de Mefitófeles, por eso su final es euforico, porque al final hay una mejora. Todo lo contrario a caperucita roja la cual es devorada por el lobo feroz.

Oposición, el valor contra el miedo, el amor contra el odio, la inocencia contra la lujuria, todos esto factores se vienen a repetir en el cuento de caperucita roja ya que aunque los cuentos son distintos las oposiciones son similares o se podría decir que las mismas.


Personajes, La niña (Rebeca) el malo (Mefistófeles) la abuelita enferma, esta es una de las partes en donde se cruzan los cuentos porque son escritores distintos escribiendo la historia con diferente enfoque, La caperucita Roja y El ascensor.



Tiempo, la forma en que Echeverria escribe, el lector puede imaginar los tiempos actuales ya que en la actualidad, quien no conoce un elevador, pero también es curioso saber que el cuento de la caperucita, utiliza un bosque y después una cabaña, entonces, si el lector piensa puede decir que la misma niña se fue de viaje a la cabaña de la abuelita que vive en un bosque cercano.


Espacio, Rebeca cuando llega al edificio, posiblemente la envió su madre a visitar a la abuelita enferma, se repite nuevamente la circunstancia en que caperucita es devorada por el lobo en una cabaña (cerrada) de igual forma Rebeca en un ascensor (cerrado) las dos vienen de afuera (espacio abierto).

Connotado, el cuento del elevador, es una historia que claramente plasma como es posible que una niña sea violada por caminar sola, no solo en el bosque como lo se aprecia en el cuento de caperucita, sino también en los trece niveles de un ascensor, cualquiera se puede aprovechar de una niña indefensa.

Denotado, este cuento puede expresar miles de sentimientos pero hablando del sentimiento real, esta es la típica historia de las niñas que son violadas y que de tanto abusar de ellas, terminan convirtiéndose en prostitutas las cuales ya no lloran por el sentimiento contrario que tienen, sino estas mismas se convierten en cazadoras de victimas, ridiculizando lo que su presa puede sentir, no solo en lo sexual como ellas mismas ya lo han experimentado sino en lo sentimental, se vuelven insensibles.  Como es el caso de Rebeca quien cambia su nombre a Lolita (una sexoservidora no explicita). Este aspecto tal vez pudo ser el caso de caperucita, pero ella ingenua de las circunstancias no alcanzó a llegar hasta este punto.


La propuesta ideologica que nos ofrece Echeverria es similar a la del cuento de caperucita roja, es como una forma izquierdista de alzar la voz, contando todas aquellas cosas que quedan impunes y que nadie, ni siquiera los mismos afectados cuentas, en medio de este sistema capitalista, Echeverria intenta hacer consciencia social al escribir de esta forma tan llamativa y candente la historia que en las calles se repite cada día y como las mismas circunstancias hacen que esas pobres victimas deban cambiar hasta su nombre, porque su voz no fue escuchada, así como hicieron callar a Caperucita cuando el lobo se la devoró.

Analisis Semiótico comparativo, Cuento LA CAPERUCITA


CHARLES PERRAULT
CAPERUCITA ROJA 





 
Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera visto; su madre
estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más todavía. Esta buena mujer le había mandado hacer
una caperucita roja y le sentaba tanto que todos la llamaban Caperucita Roja.
Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo.
—Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma; llévale una torta y este
tarrito de mantequilla.
Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo. Al pasar por un
bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas ganas de comérsela, pero no se atrevió
porque unos leñadores andaban por ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía
que era peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:
—Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
—¿Vive muy lejos?, le dijo el lobo.
—¡Oh, sí!, dijo Caperucita Roja, más allá del molino que se ve allá lejos, en la primera casita del
pueblo.
—Pues bien, dijo el lobo, yo también quiero ir a verla; yo iré por este camino, y tú por aquél, y
veremos quién llega primero.
El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la niña se fue por el
más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr tras las mariposas y en hacer ramos con las
florecillas que encontraba. Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.
—¿Quién es?
—Es su nieta, Caperucita Roja, dijo el lobo, disfrazando la voz, le traigo una torta y un tarrito de
mantequilla que mi madre le envía.
La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:
—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
El lobo tiró la aldaba, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena mujer y la devoró en un
santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. En seguida cerró la puerta y fue a acostarse en el
lecho de la abuela, esperando a Caperucita Roja quien, un rato después, llegó a golpear la puerta: Toc,
toc.
—¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela
estaba resfriada, contestó:
—Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le
envía.
El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
Caperucita Roja tiró la aldaba y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el lobo le dijo, mientras se
escondía en la cama bajo la frazada:
—Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo.
Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la forma de su
abuela en camisa de dormir. Ella le dijo:  
—Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
—Es para abrazarte mejor, hija mía.
—Abuela, ¡qué piernas tan grandes tiene!
—Es para correr mejor, hija mía.
Abuela, ¡qué orejas tan grandes tiene!
—Es para oír mejor, hija mía.
—Abuela, ¡que ojos tan grandes tiene!
—Es para ver mejor, hija mía.
—Abuela, ¡qué dientes tan grandes tiene!
—¡Para comerte mejor!
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.


MORALEJA

Aquí vemos que la adolescencia, 
en especial las señoritas, 
bien hechas, amables y bonitas 
no deben a cualquiera oír con complacencia, 
y no resulta causa de extrañeza 
ver que muchas del lobo son la presa. 
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura 
no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña, 
silenciosos, sin odio ni amargura, 
que en secreto, pacientes, con dulzura 
van a la siga de las damiselas 
hasta las casas y en las callejuelas; 
más, bien sabemos que los zalameros 
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.
 





Análisis Semiótico comparativo
trama
el cuento de la caperucita es el relato de una niña que, por hablar con extraños, platica con un lobo al cual le da referencias del lugar a donde se dirige, provocando así que el lobo se como a la abuelita y a la misma caperucita, similar a la trama que vive el cuento del ascensor, las dos niñas que menciona son ingenuas de su destino.

Conflicto, el sufrimiento de una indefensa.

Oposición, inocencia con morbo, pureza contra deseo, mentira contra la verdad, vida contra la muerte, el odio contra el amor, la justicia contra la injusticia. En este segmento se vuelve a repetir la forma en que se describe el cuento del ascensor, las oposiciones son muy parecidas.

Espacio.
El cuento se desarrolla en un ámbito abierto, es un bosque por el cual la niña camina hacia la casa, que es un espacio cerrado, muy parecido al cuento el ascensor, la niña también se dirige rumbo a la casa de su abuelita enferma, el espacio en donde se desencadena la trama es un ascensor.

Tiempo,
Posiblemente caperucita roja, fue escrita muchas décadas atrás, pero esta fascinante historia pareciera narrada por allí en la edad mitológica en donde la fantasía era vívida y a imaginación era parte de la literatura de aquella época. Aunque en tiempo se separa esta historia de la del elevador, pareciera que se referían a la misma niña.

Personajes,
 en el cuento de capetucita y en el del ascensor, se dejan notar los mismos personajes, la niña (capetucita y Lolita) el tipo malo (el lobo y mefistófeles) la abuelita enferma y la madre que envía a su hija.

Secuencia,
este cuento se desencadena una triste historia por lo cual empezaría siendo eufórico ya que antes de las desgracias de caperucita, ella tenia todo, era hermosa, todos la admiraban, la madre vivía por ella, pero su fin es disfórico ya que a caperucita por la imprudencia de ella misma, el lobo se la termina comiendo el lobo. Esta secuencia es clara, pero, el cuento del elevador su desarrollo es distinto, así que el parecido en escritura en este ámbito se separa un poco.




Denotado, la historia plasma como entre engaños caperucita fue, presa del lobo feroz quien al final no solo se comió a la abuelita sino también a caperucita.


Connotado, dentro del cuento caperucita roja, es una niña que pareciera, como dice la expresión, salida de la montaña, ya que no toma en cuenta que las adversidades que presenta el hablar con extraños, ignora los riesgos que puede corre y ella se aventura a platicar con el lobo, posiblemente por la curiosidad que tiene al ver aquel vivaz individuo. contra poniendo lo que sucede en el cuento el elevador, que aquella niña tal vez ignora su destino pero aprovecha las circunstancias para sacarle la delantera a aquel llamado, macho cabrio si.


Este escrito, por una parte deja plasmado en este cuento, un cuento de izquierda, todas aquellas cosas que nadie se atreve a contar, aquellas mujeres que han sido atacadas, que su buena voluntad las hace presas de la desgracia, talvez con este cuento deseaba dar a conocer aquellos desgraciados que se aprovechan de la situación de los más debiles. tiempos distintos escritura muy parecida con una proyección similar, como lo es el cuento del ascensor.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Monja de Clausura por, Ana María Rodas

Extraído de,  http://www.literaturaguatemalteca.org/rodas1.htm



Análisis Semiótico



El, argumento pleno que propone este cuento, es que posible mente en aquella época era prohibido hablar de cosas sexuales y la castidad era algo irrefutable, aún mas si se hablaba de una monja. Dentro del cuento se puede observar a una persona que desea contener sus deseos de lujuria y la curiosidad que siente por conocer, por decirlo así, todo aquello que estaba fuera de su mundo o el propio contexto en el que vivía del cual era prisionera, porque como cualquier humano, podía sentirlo. 

Ana María Rodas, deseaba dejar bien en claro que era un acontecimiento, que el una dama y mayormente si era una monja, diera indicios de deseos sexuales, por ello nadie deseaba hablar de lo mismo porque como ya es mencionado, era un sacrilegio hablar de lo mismo, aún esto se podía observar por allí a finales de los años 80's en donde la castidad y la pureza de una mujer era su emblema.


Conflicto, lucha contra los deseos carnales.




Secuencia, una simple visita puede despertar los deseos carnales, tal y como sucedió con esta joven, como ya se ha mencionado esta joven siente una represión por los sentimientos y la curiosidad del deseo carnal o sexual el cual lleva aprisionado, posiblemente desde mucho tiempo, el tan solo tocar esas paredes frías hace que su mente se eleve lo cual pude desencadenar una historia disfórica, porque está presa de sus sentimientos muy internamente.
Si observamos la manera en la que su mente y sus sentimientos se abre y que al final, trata de contenerse pero le es imposible tratar de no demostrar esa lujuria que lleva por dentro, se puede decir que el cuento termina de forma eufócia, puesto que ella baja las gradas de aquella cripta sintiendo lo que jamás en su vida imagino sentir o pensar, esos pensamientos morbosos de lo cual no le era permitido hablar.

Oposición, castidad al deseo, el silencio al grito, la pureza a la lujuria.

Personajes, la joven apasionada y con deseos febriles esperando el aliento de alguien como Raúl, quien deseaba expresarle los pensamiento más morbosos, Sigrid una persona desinteresada del panorama por lo contrario de Diana que con curiosidad busco sentir lo que en ese momento la joven captaba.

Tiempo,  este cuento se desencadena en la época colonial, es claro observar lo recatada que se comportaban las jóvenes y los pensamiento sexuales que atravesaban sus mentes, en ese tiempo no les era permitido ni siquiera aún pensarlo, no solo era un pecado capital, sino que era castigado por la familia.

Espacio, se enmarca en las ruinas de una iglesia, dentro de la ciudad la cual estuvo en guerra y de esa forma la iglesia fue atacada como refugio de los opositores, por esa razón la iglesia estaba de esa forma. Es allí en donde este cuento se desencadena.

Denotado, es claro que había una joven o tal vez mas de una reprimiendo sus deseos sexuales, por medio de su imanación trataba de hacerlos vividos en aquel momento en que su compañero hacia señas, la curiosidad por esa sensación atrae a la otra joven quien no falto por pegarse a la misma pared en donde la joven parecía sentirse complacida.


Connotado, dentro del marco que nos presenta Ana María Rodas, hay una represión muy grande hacia la libre locomoción, la jóvenes en aquella época no eran dueñas de si mismas y no podía decidir ni siquiera con quien deseaban casarse, el tema sexual era un tabú y por estas mismas razones la autora deseaba plasmar la represión en la que el sexo femenino vivía.

Propuesta ideológica, en la época colonial se habla de como el esclavismo fue desapareciendo y renacía el capitalismo, tal vez no era a grandes razgos pero si se comenzaba a pronuncia, la mujer jugaba un papel muy interesante en medio de todos roles, ya que solo era como un instrumento el cual servía de adorno para el varón, si bien se decía que no tenían libre expresión, Ana María, posiblemente con aires de feminismo, demostrar que solo eran un objeto sexual, el cual su mayor pronunciación era un su interior.






martes, 14 de septiembre de 2010

Dos Analisis de Fabulas.



Analisís de la Moraleja

Los Cuervos bien criados.

Cerca del Bosque de Chapultepec vivió hace tiempo un hombre
que se enriqueció y se hizo famoso criando Cuervos para los mejores
parques zoológicos del país y del mundo y los cuales resultaron tan
excelentes que a la vuelta de algunas generaciones y a fuerza de buena
voluntad y perseverancia ya no intentaban sacar los ojos a su criador
sino que por lo contrario se especializaron en sacárselos a los mirones
que sin falta y dando muestras del peor gusto repetían delante de ellos
la vulgaridad de que no había que criar Cuervos porque le sacaban a
uno los ojos.
 




La moraleja, nosotros como seres humanos somos egoístas y pesimistas, ya que solo enseñamos lo que nos conviene y no podemos ver más allá de nuestros propios intereses. Posiblemente el criador se enriquecía de forma momentánea para sacar provecho pero nunca pensó en los demás, porque los cuervos siguieron sacando lo malo de ellos pero ya no hacia su dueño sino hacia los demás, como un acto de vandalismo y aberración.

El contenido social es que vemos todos los días ya que el capitalismo es precisamente eso, agarra lo que hay a nuestro alrededor para nuestro propio beneficio como lo hace el CACIF enriqueciéndose con la desgracia de Guatemala lo cual cada di los favorece a ellos, entrenando cuervos para que exploten a los de clase media baja pero como los de CACIF les dan de comer no se atreven ni siquiera a verlos de frente.

Aun dentro de las mismas clases sociales, hacemos exactamente lo que la moraleja dice, Tito Monterroso, fue realista al decir que el 


Señor se enriquecía con la desgracia de que los cuervos le sacaban los ojos a los demás menos a él, si eso sucedía en aquellos tiempos en que este escritor lo dijo, imaginemos cuanto aún mas ahora que todo mundo trata de sobrevivir con lo que tiene , aun que eso represente pasar sobre los demás apachandolos o propiamente, sacándole los ojos por un mejor bienestar propio.

Dentro de la moraleja, es el criador de cuervos, pero en la realidad, somos nosotros mismos, que estamos inmersos en toda esta desgracia social. Cada quien lucha por ver como le hace para salir sin importar a quien se truene por delante.








Analisis
Moraleja 
CABALLO IMAGINANDO A DIOS


A pesar de lo que digan, la idea de un cielo habitado por Caballos
y presidido por un Dios con figura equina repugna al buen gusto y a la
lógica más elemental, razonaba los otros días el Caballo.
Todo el mundo sabe -continuaba su razonamiento- que si los
Caballos fuéramos capaces de imaginar a Dios lo imaginaríamos en
forma de Jinete. 



El animal simboliza, la poca perspectiva y lo inútiles que muchas veces podemos ser los seres racionales, pensar en forma diminutiva y conformarnos con lo poco que esta a nuestro limite.
Ciertamente el autor deseaba plasmar la idea de que siempre necesitamos un jinete o un señor, para que nos guíe y nos de instrucciones, talvez así las cosas nos salen perfectas y como deseamos.

Día con día vemos esa ignorancia a nuestro alrededor, todos pintan un, ojala, si yo pudiera, si al caso lograra esto o aquello cuando se les va la vida imaginando un mundo perfecto y nos quedamos ignorantes con cabeza de caballo, viendo solo a una dirección, cuando tenemos mucho mas mundo por recorrer.

El ser humano, por debajo de la mesa, sigue siendo un ser conformista, que necesita de uno más grande para poder ser alguien, busca una ideología que seguir ya sea, ateo, católico, evangélico, mormón pero siempre algo a que aferrarse, porque sin ese algo pareciera que no tiene identidad. Cada quien ve su propio forma de ver al mundo pero ninguno quiere salir de su jaula pensando que necesita una figura más grande para poder ser alguien.